segunda-feira, 19 de janeiro de 2015

Tradução para o espanhol por Marta Gazzaniga. Articulo de Divaldo Franco publicado en el periódico “A Tarde” el 15-01-2015. Salvador, BA

  
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Ante el terrorismo
Divaldo Franco
Profesor, médium y conferencista

El golpe fue de una crueldad impar. Todavía estamos impresionados. Se repitió la tragedia que ha venido amenazando a las criaturas humanas en los últimos años, como lo es el terrorismo provocado por el fanatismo religioso perverso. La respuesta de Francia y de la sociedad fue inmediata, mientras se movilizaban todos los recursos posibles para capturar a los criminales y punirlos debidamente. Los derechos humanos, especialmente los de la libertad de pensamiento, de palabra y de acción, son inderogables. Conseguidos con inenarrables sacrificios a lo largo de los siglos, constituyen una de las más grandiosas conquistas del proceso evolutivo de la sociedad.

Nadie puede privar de la libertad de movimiento y acción a las criaturas humanas, ni prohibir, perseguir o impedir la libertad de palabra, sea esta verbal o gráfica, con excepción hecha de la oportunidad de los regímenes arbitrarios. Si tal cosa llega a acontecer, lo que en algunas ocasiones sucede, significa un terrible retroceso al pasado lamentable, cuando éramos esclavos de la prepotencia y de la necedad.

En el caso que consideramos, el lápiz es más poderoso que el fusil. Se mata al individuo, pero no se aniquila el pensamiento, que solamente puede ser suplantado por otro de mayor excelencia. Heredado de la barbarie, el fanatismo religioso, político o de cualquier especie, no es compatible con la dignidad del ser humano y lo convierte en víctima del sicario de las vidas que lo rodean. Esto solamente ocurre debido a la etapa primaria del proceso antropológico de la evolución, que mantiene al individuo en la caverna del egoísmo y del atraso moral.

Es inevitable que crezcamos en dirección a la plenitud, y el amor con respeto al derecho ajeno es el sentimiento que debe permanecer inviolable a cada paso de la sociedad. Todos debemos repudiar la intolerancia, la prevalencia de la fuerza sobre el derecho a la vida, contribuyendo de manera eficaz a la solidaridad, para que alcancemos la meta pretendida, que es la dicha. Repito, junto con los millones de ciudadanos que hoy levantan la bandera de la libertad proclamando: Je suis Charlie.


Divaldo Franco escribe los jueves, quincenalmente.
Artículo publicado en el periódico A Tarde, columna Opinión, el 15-01-2015.
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 (Texto traduzido para o espanhol recebido em email de Marta Gazzaniga)