A morte incompreendida
#ArtigoDivaldoFranco
O escritor inglês Somerset Maugham, escrevendo, à oriental, narra uma história muito peculiar, que tentarei sintetizar.
Vivia numa casa de campo, em Bagdá, um homem rico, possuidor de um hábito especial. Diariamente usava uma erva perfumada que mandava comprar no mercado.
Um servo jovem era incumbido da tarefa, havendo sucedido-lhe um dia ter um encontro com a morte em plena praça. Ante a surpresa de ambos, a mesma introduziu a mão na capa negra e retirou uma pequena caderneta. Aproveitando-se da ocorrência, o moço disparou numa correria à herdade e disse ao amo que a havia encontrado e tinha certeza que ela viera arrebatar-lhe a vida.
Como existia uma propalada informação de que a morte não encontrando a sua vítima, concedia-lhe mais dez anos de vida, ele solicitava o auxílio do senhor.
Comovido, o amo ofereceu-lhe o melhor cavalo, a fim de que ele fugisse da cidade para Samarra.
Ao cair da tarde daquele mesmo dia, o patrão foi realizar a compra, quando encontrou a terrível megera. Enfrentou-a e perguntou-lhe por que, pela segunda vez, o perturbava. Ignorando de que se tratava, a detestável pareceu surpresa e, ao tomar conhecimento, explicou-lhe que também ela estava assustada, porque tinha, sim, um encontro com aquele jovem, mas não pela manhã, e sim, à tarde, quando seguia a Samarra naquele instante.
O escritor reporta-se à inevitabilidade do fenômeno da morte.
Quando se está preparado, aguardando-a, ela não vem, mas ao contrário, quando menos se espera, ei-la presente.
Num lar ditoso, é capaz de abandonar o idoso enfermo e optar por consumir o jovem ou a criança sonhadora, deixando sombras e dores indefiníveis.
A morte orgânica é uma fatalidade imprevisível.
Tudo que nasce, morre.
Indispensável que todos pensemos com certa frequência na consumpção orgânica através da morte do corpo e interroguemos o que lhe sucederá.
Filósofos, poetas, escritores, artistas, sábios de todos os tempos têm-se voltado para o estudo desse fenômeno, e a maioria concluiu que a vida não se acaba quando o corpo se extingue.
A experiência carnal é bênção que permite ao ser humano desdobrar a presença divina que nele reina e alcançar a plenitude através das sucessivas reencarnações.
Em cada etapa o indivíduo escreve o futuro, construindo a alegria de uma existência saudável ou o sofrimento com o caráter redentor dos lamentáveis comportamentos a que se haja entregado no passado.
É indispensável, pois, que todos pensemos naquilo que acontecerá ao Espírito que somos, após a libertação carnal.
Sócrates, quando condenado, no instante da desencarnação asseverou que iria comprovar o que ensinara, tal a certeza da sobrevivência que o animava a sofismar e acreditar na imortalidade.
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ESPANHOL
La muerte incomprendida
Artículo de DivaldoFranco
publicado en el periódico A Tarde
(Bahia, Brasil) el 15/06/2017.
El escritor inglés Somerset Maugham escribió, con influencia oriental, una narración muy peculiar que trataré de sintetizar.
Vivía en una casa de campo, en Bagdad, un hombre rico que poseía un hábito especial: a diario utilizaba una hierba perfumada que enviaba a comprar en el mercado.
Un servidor joven estaba encargado de la tarea, hasta que un día tuvo un encuentro con la muerte, en medio de la plaza. Ante la sorpresa de ambos, esta introdujo la mano en la capa negra y extrajo una pequeña libreta. Aprovechando la situación, el joven huyó a la carrera hacia la heredad y le relató a su amo el encuentro que había tenido, quedándole la certeza de que ella venía a arrebatarle la vida.
Como existía una difundida información acerca de que la muerte, cuando no encontraba a su víctima, le concedía diez años más de vida, él le solicitaba auxilio a su amo.
Conmovido, el amo le ofreció el mejor de sus caballos, a fin de que huyera de la ciudad para dirigirse a Samarra.
Al caer la tarde de aquel mismo día, el patrón fue a hacer las compras y encontró a la terrible bruja. La enfrentó y le preguntó por qué -por segunda vez- lo perturbaba. Ignorante de qué se trataba, la detestable pareció sorprenderse y, al tomar conocimiento, le explicó que también ella estaba asustada, porque había tenido, en efecto, un encuentro con aquel joven, pero no por la mañana sino a la tarde, en el instante en que iba a Samarra.
El escritor se refiere a la inevitabilidad del fenómeno de la muerte.
Cuando se está preparado, aguardándola, esta no llega; pero al contrario, cuando menos se la espera, he aquí que se hace presente.
En un hogar dichoso es capaz de abandonar al anciano enfermo y optar por consumir al joven, o al niño soñador, dejando sombras y dolores imposibles de definir.
La muerte orgánica es una fatalidad imprevisible.
Todo lo que nace, muere.
Es indispensable que todos pensemos, con cierta frecuencia, acerca de la consumición orgánica a través de la muerte del cuerpo, y nos preguntemos qué le sucederá.
Filósofos, poetas, escritores, artistas, sabios de todas las épocas, se han dedicado al estudio de ese fenómeno, y la mayoría ha concluido que la vida no se acaba cuando el cuerpo se extingue.
La experiencia en la carne es una bendición que permite al ser humano desplegar la presencia divina que en él reina y alcanzar la plenitud a través de las sucesivas reencarnaciones.
En cada etapa el individuo escribe el futuro, construyendo la alegría de una existencia saludable o el sufrimiento, con carácter redentor de los lamentables comportamientos a que se haya entregado en el pasado.
Es indispensable, pues, que todos pensemos en aquello que le acontecerá al Espíritu que somos, después de la liberación carnal.
Sócrates, cuando fue condenado, en el instante de la desencarnación manifestó que iba a comprobar lo que había enseñado, tal era la certeza de la supervivencia, que lo animaba a argumentar y creer en la inmortalidad.
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